El Conflicto es un aspecto cotidiano y ocupa un lugar relevante en nuestra vida. De hecho, puede configurarse en una oportunidad de crecimiento y cambio. Es por esto que lo mejor que podemos hacer es aprender a solucionarlos de forma adecuada y creativa.
Los conflictos son inevitables, las elecciones en la vida también. Es importante estar preparados para afrontar las relaciones humanas y las decisiones relevantes entendiendo que debemos equilibrar nuestros deseos y expectativas con las de los demás.
No existe problema cuando no hay más que una solución; pero habitualmente hay muchas soluciones entre las cuales elegir. Los dilemas (del tipo blanco/negro) son más una construcción mental que una realidad; además las soluciones extremas no suelen ser las mejores.
Nuestros pensamientos influyen de modo determinante en nuestras emociones y son previos a las mismas. Si por la calle, alguien me toca la espalda y pienso que me quiere robar la mochila, tendré una reacción de defensa frente al agresor (que luego puede resultar ser un amigo que quería saludarme). Esto ocurre igual si pienso que mi hijo está mintiendo. En ese caso, tendré unos sentimientos y una actitud bien distintos a los que tendría si creyera en sus palabras.
Podemos clasificar pedagógicamente los conflictos en:
Gana – pierde. Ocurre cuando una de las partes evita el enfrentamiento de forma sistemática por pereza, desidia o miedo. Son personas que evitan el conflicto a priori y prefieren perder de entrada en lugar de enfrentarse al otro, independientemente que puedan tener sus razones. El conflicto les genera angustia y la única salida que encuentran es la huída. Negar el conflicto no parece ser una solución adecuada a menos que el tema sea de poca importancia. Lo mejor es encontrar la forma oportuna de enfrentarse a ello y confrontar. En esta clase de conflictos también están los que quieren y pretenden vencer siempre. Son los que no escuchan razones, porque su punto de vista es absolutamente correcto. Consiguen imponer su opinión cuando el otro es débil, frágil o en algún modo dependiente.
Pierde – pierde. Los conflictos donde ambas partes pierden son los conflictos mal manejados y mal resueltos. Son fácilmente reconocibles porque las personas se quedan con una sensación de insatisfación, frustración, impotencia y soledad. Son conflictos que van distanciando a las personas involucradas hasta construir barreras de prejuicios que pueden perjudicar una relación. El afecto por el otro nos puede jugar malas pasadas, cuando todo lo que estamos haciendo es "por él". El chantaje emocional, explícito o involuntario, también debilita la relación e introduce deficiencias en el desarrollo emocional, psicológico y humano.
Gana – gana es el conflicto positivo. Se gana a través de la comprensión del otro y la negociación de los valores en juego. Se gana cuando se aprende y cuando se crece, al menos un poco. Se negocian las condiciones, los tiempos, las modalidades, etc. para solucionar el conflicto. Todos ceden algo y todos ganan algo. Este parece el modo más eficaz y sano para enfrentarse a situaciones conflictivas. Lo importante no es cómo eliminar o prevenir el conflicto, sino cómo sostener un debate interesante, en lugar de disputas nocivas.
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